Entrevista a Esteban Navarro: «Admirar a los delincuentes nos hace más daño que otra cosa»

esteban navarro

Entre las razones por las que La noche de los peones estuvo entre los finalistas del Premio Nadal 2013 estaba que al jurado le impresionó cómo refleja el conflicto generacional en el seno de la Policía Nacional y que estuviera ubicada en un contexto histórico de España como el final del Franquismo y el inicio de la democracia. Sobre estos asuntos hemos podido charlar con un Esteban Navarro que confiesa que está especialmente orgulloso de esta novela policíaca, tan diferente a otras.

  • La noche de los peones se aleja de los investigadores casi con superpoderes que presentan algunas policíacas y presenta protagonistas de carne y hueso, personajes que se aburren, que cumplen con la burocracia, que hacen guardias en las que no pasa nada… ¿Por qué apostó por este tipo de historia y por estos personajes?
  • Yo huyo de la novela fantasiosa, de la novela que nos viene, sobre todo, de Norteamérica, la de los super héroes. La palabra que define mejor mis novelas, y en especial esta última, es la de humanización de la Policía. Se trata de que el lector vea que los miembros de la Policía y de la Guardia Civil son personas de carne y hueso, con su pasado, con sus carencias y sus virtudes. Es lo que quería plasmar. Y a veces sorprende al lector porque ahondo más en los propios personajes que en la trama en sí, aunque la haya.
  • También el ritmo de la novela es muy diferente al de otras novelas policíacas. En La noche de los peones, la historia transcurre de forma lenta, casi en comunión con lo que ocurre con las horas que los policías protagonistas pasan de guardia. ¿Era una forma de poner en contacto al lector con los personajes, de hacer que sienta en su propia piel esa laxitud que viven durante la noche en la que transcurre la novela?
  • Yo me había propuesto escribir una novela que se pudiera leer a tiempo real, es decir, si un lector ávido y habituado a leer empezara a leerla a las nueve de la noche, acabaría a las siete de la mañana, que es cuando termina la novela. Yo quería que transcurriera a un tiempo tan real porque lo que me interesaba que primara era el realismo, tanto de los personajes como de la trama. Y ¿qué mayor realismo que el hecho de que la novela transcurra a tiempo real? No como esas obras que dicen “tres años después”… ¡o diez! No, aquí va transcurriendo la trama según se va desarrollando la novela, no hay saltos temporales.
  • Hay una contraposición muy fuerte entre los policías de la novela, entre los veteranos y los jóvenes. La obra está llena de referencias a sus diferentes formas de actuar y de pensar e incluso habla de los métodos que se utilizaban durante los primeros años de la democracia en contraposición con cómo se hacen las cosas ahora. El cambio ha sido muy positivo en todos los sentidos, como queda demostrado en su obra, pero ¿recuperaría algo de décadas pasadas?
  • Otro de los puntos que yo quería remarcar en la novela era el conflicto generacional visto desde el prisma de un policía que llevaba ya unos años en el cuerpo, que vivió la época del tardofranquismo, la democracia… y también desde la óptica de una policía recién incorporada. Todo desde el punto de vista de que nadie nace policía, uno nace y desarrolla su vida en un ambiente sociocultural y económico determinado y luego, en cierto momento, decide entrar en la policía, pero entra el cuerpo arrastrando todas sus vivencias anteriores y eso es lo que yo quería que se viera en la novela. Por eso tiro mucho del pasado de los protagonistas para que se vea de dónde vienen. Contestando a tu pregunta, la verdad es que la evolución de la profesión de policía (que yo también he vivido, porque llevo 20 años siendo funcionario del Cuerpo Nacional de Policía) ha sido muy buena y lo ha sido, precisamente, gracias a la gente que ha ido entrando. Las nuevas generaciones que han ido llegando son muy modernas, muy positivas y tienen unas perspectivas muy amplias de la sociedad en la que están inmersos y a la que tienen que proteger. Así que yo… rescataría pocas cosas del pasado. Quizá aquella vocación con la que uno entraba antes en la policía, porque es verdad que ahora a veces se entra por tener un buen sueldo y una profesión. Pero eso tampoco tiene por qué ser bueno, a veces una vocación excesiva puede ser perniciosa para el cuerpo policial.
  • De igual modo, hay una oposición muy clara entre Andrés, el policía que lleva el peso de la trama, y Miguel Ángel, su amigo de la infancia. Ambos compartieron un pasado común pero luego la vida les llevó por caminos totalmente opuestos. ¿Somos las decisiones que tomamos?
  • Efectivamente. Este era, quizá, el tema principal en el que se sustentaba mi novela cuando empecé a escribirla: ¿qué somos? ¿Lo que nacemos o lo que nos vamos haciendo poco a poco? Por eso quería ubicar dos personas en un mismo entorno, una misma ciudad, un mismo contexto socioeconómico, incluso una misma educación y ver en qué momento uno tira hacia un lado y otro hacia otro. Eso es lo que quería analizar, aunque la verdad es que no he sacado ninguna determinación. Pero sí creo que influye a partes iguales lo que uno es, lo que uno lleva dentro, y cómo se deja encandilar por el entorno. En el caso de la novela, los dos vivían en el entorno de las drogas, en la Barcelona de los 70 y los 80, y uno se dejó encandilar por ese ambiente mientras que el otro optó por la policía. Así que yo creo que somos ambas cosas a partes iguales, ni se nace ni se hace: se nace un poco pero luego también se va haciendo.
  • Claro, porque también utiliza la metáfora de los peones para hablar de los designios que nos superan, de los sueños que nunca cumpliremos, de la implacabilidad de un destino fijado que no nos permite apartarnos del camino marcado…
  • Esa era la similitud con el juego del ajedrez, que a mí me gusta mucho. Me gusta cómo está diseñado el tablero y sus piezas, fíjate que los peones suman el total de todas las piezas mayores y tienen una particularidad: ninguna pieza se empieza a mover hasta que no lo hace el peón; la importancia del peón es absoluta. Eso sí, el peón solo puede tirar recto y hacia adelante y solo cambia de esa trayectoria para matar, cuando tiene que hacer algo que no quiere hacer. La frase inicial ya lo dice: somos peones de un tablero de ajedrez y nuestro destino es ir andando pasito a pasito hacia adelante. Esa es nuestra vida.
  • Y junto a las propias decisiones y la inexorabilidad del destino introduce un tercer elemento en la ecuación: las coincidencias. ¿Son otra forma de llamar al destino o le ponen un poco de pimienta y de sal al camino prefijado?
  • Yo creo que las coincidencias son un engaño que nos hacemos a nosotros mismos para p12830gredeterminar nuestro futuro. Nosotros decimos “esto ha ocurrido porque tenía que ocurrir”, ¿no? Y como nunca podremos saberlo, porque no hay alternativa (ojalá tuviéramos la opción de tomar una decisión y, si no nos gusta su resultado, volver al punto de partida), el camino que tomamos es el mejor. Vamos avanzando, los hechos ocurren y, una vez que ocurren, nosotros asimilamos que tenía que ser así, porque no tenemos la potestad de cambiar sobre la marcha.
  • Andrés, un policía veterano, carga con sus propios fantasmas pero Diana, la joven policía que le acompaña esa noche, también tiene los suyos… y no son pocos. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian ambos personajes?
  • Yo creo que se parecen en que los dos han asumido su pasado, y lo han asumido como propio, y han sabido proyectarlo en su futuro: tienen conciencia de la vida que han llevado y saben que nadie está predestinado ni marcado por esa vida. El caso de Diana es muy curioso. Yo quería remarcar un personaje que había tenido un coqueteo con una pseudoprostitución, por decirlo de alguna manera, y sin embargo acaba siendo funcionaria del Cuerpo de Policía. O sea, Diana está ahora en una posición en la que puede detener a aquellos hombres que pagaban por verla antes. Ha terminado teniendo el poder. Quizá fue ese pasado el que la llevó hasta la policía (aunque luego haya algo de vocación), eso de tomar el poder y decidir qué está bien y qué está mal y poder tomar represalias contra esa gente que hace cosas malas. Lo que yo remarcaría de los dos personajes, cada uno en su generación y cada uno de ellos con un camino distinto que les ha llevado a la policía, es que han asumido lo que son. Lo han asumido y no tienen reparo en hablar de ello.
  • Usted recupera una parte de la Historia de España, la de finales de los 70 y principios de los 80, y la analiza desde el punto de vista de delincuentes y policías. Es una época que ha quedado bastante retratada, por ejemplo, en el cine, sobre todo durante un cierto tiempo. ¿Por qué ha vuelto a ella? ¿Por qué le interesaba esa España y la figura del delincuente popular, como el Nani?
  • He vivido esa época, tengo una edad muy próxima a la de Andrés, lo que Andrés ha vivido lo ha vivido a través de mis ojos, y yo pienso que son según se cuentan y según se viven y por eso quería ver puntos de vista diferentes, quería ubicar estos personajes, dentro de la humanización y el realismo del que he hablado antes, en un espacio real, porque si estás hablando de personajes reales no puedes ubicarlos en sitios donde no han estado. Yo quería hacer un poco una reflexión sobre lo que hemos sido y lo que hemos pasado. No me puedo meter mucho en el tema del Nani, porque es un tema que está sin resolver, pero a mí me parece una barbaridad que en la época en la que estamos (y así hay que contárselo a las nuevas generaciones), estando ya en democracia, un detenido entre en una comisaría de España y no salga, que no sepamos dónde está. A veces se pasa de puntillas sobre eso y a mí me parece una de las cosas más graves que han pasado, que alguien “se pierda” en una comisaría. Podemos entender que ocurriera en la época de Franco, porque entonces eran asumidas y se consideraban hasta normal; pero que en nuestra época ocurra eso… Y es que no se sabe dónde está. Se ha imputado a una serie de comisarios, pero por no decir la verdad. Pero el caso es que no sabemos dónde está. Yo quería convertir esto en eje y quería que el personaje de Andrés, que sabe lo que ha pasado, sufriera por ello; que sufriera en su momento por no haber tomado parte y que siga sufriendo, en cierto modo, por no haber dicho nada desde entonces.
  • Hoy los delincuentes famosos son muy diferentes y la reacción de policías y jueces también es (o parece) muy distinta… ¿Cómo hemos cambiado en estos años? ¿Es diferente nuestra tolerancia frente al crimen?
  • Sí… La televisión, el cine, la literatura (retomando lo que decíamos al comienzo de la conversación) nos ha hecho ver como normales cosas que no lo son. Hoy en día cualquier adolescente está viendo la tele, una peli de Steven Seagal o de estos actores que se ponen a veces tan de moda, y ve a un tío que entra en un bar con una ametralladora de esas a las que nunca se les acaban las balas y mata a 50 personas… y nadie pestañea. Sabemos que es ficción, pero lo hemos asumido de una manera que ya hasta nos parece normal y eso es una barbaridad. Tenemos que rebajarnos un poco, bajarnos y ver las cosas de una perspectiva más real y darnos cuenta de qué cosas son posibles y qué cosas no lo son. En la novela hablo de la Barcelona de los 70 y los 80, sale el Vaquilla, sale el Torete… y es que en aquella época esos delincuentes eran incluso admirados, se les hacían películas. Y eran criminales. Yo creo que se han trivializado o, incluso, endiosado determinadas conductas criminales porque las hemos asociado al cine: en el cine se admira al que más mata. La gente mayor lo tenemos claro, sabemos dónde está el cine y dónde la realidad, pero los adolescentes que están bebiendo de esa literatura y ese cine no lo tienen tan claro. Y lo que no queremos es que pase como en Estados Unidos, que se metan dos adolescentes con dos fusiles de asalto en un colegio y maten a 20 personas. ¿Por qué lo hacen? Porque es lo que están viendo cada día. En cualquier caso, los delincuentes siempre han creado cierta admiración, incluso los económicos (fíjate lo que pasó con el Dioni). Pero yo creo que admirar a este tipo de gente nos está haciendo más daño que otra cosa.

ESTEBAN NAVARRO MATENDRÁ UN ENCUENTRO CON LECTORES EL 8 DE ABRIL A LAS 19 HORAS EN LA SALA DE CONFERENCIAS DEL CENTRO CULTURAL DE AZUQUECA DE HENARES

 

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