Mayte Esteban: «Quería hablar de otras cosas a través de las voces de unos personajes que no están hablando de eso»

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Fotos: Mayte Esteban, Álvaro Díaz Villamil y LecturArte

«Me gusta que me preguntéis, aprendo mucho». Con estas palabras, Mayte Esteban dio rienda suelta a los interrogantes que a las lectoras de los clubes de la Biblioteca de Azuqueca les habían surgido tras leer la última novela de la azudense, Detrás del cristal.

Esteban volvía a Azuqueca para reencontrarse con sus madrinas literarias y para hacer un breve recorrido de lo que ha sido su carrera como escritora hasta el momento. En un lugar en el que «me siento especialmente cómoda. Yo vivía aquí, en la biblioteca», se refirió a todas la novelas publicadas hasta el momento, anunciando, por ejemplo, que pronto vería la luz la versión en inglés de Su chico de alquiler, obra a la que se refirió como «mi campo de pruebas: es la que mando a todas las guerras y siempre regresa victoriosa».

Pero para novela victoriosa, Detrás del cristal, una obra que ascendió al top 100 de libros más vendidos de Amazon ya desde el primer día en que salió al mercado y que conseguiría que, solo quince días después de colgarla, Esteban ya tuviera siete ofertas de editoriales para publicarla en papel. «Yo no lo había buscado, es algo que ocurrió pero es como un sueño hecho realidad. Es esfuerzo, trabajo, constancia, querer algo y luchar por ello», explicaba ilusionada.

Profundizando en esta obra, Esteban contó que «es una comedia que se pone seria. Parte de una historia muy loca, pero da que pensar». Para la autora, quien cree que «su fuerte son los personajes», la novela «parte de una provocación al lector. Con ella puse en práctica la teoría de la piedra: es como tirar una piedra, remueves el agua y te pasas la novela intentando lograr que todo vuelva a la tranquilidad». Y así, Mayte Esteban narra una historia coral («me pasa siempre, los libros se me acaban llenando de gente, no es algo premeditado», explicaba) que refleja una serie de problemas muy actuales, como la falta de recursos económicos, la crisis o la violencia de género.

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Detrás del cristal tiene dos niveles de lectura: el de la peripecias de los personajes y el de lo que se insinúa pero no se dice: «quería hablar de otras cosas a través de las voces de unos personajes que no están hablando de eso», aseguraba Esteban. Y así surge la reflexión sobre la cobardía, sobre las veces que nos dejamos llevar por la rutina, la comodidad, la pereza, el cansancio o el día a día y no actuamos, sobre los pasos que debimos dar y no dimos, sobre las manos que pudimos o debimos tender y guardamos en el bolsillo.

Mayte Esteban volvió a demostrar algo que ya hemos ido descubriendo a lo largo de los diferentes encuentros con autores que hemos celebrado en LecturArte: que lo mejor de esas charlas es que te hablen del proceso de creación y que aclaren cuestiones que no quedaron suficientemente meridianas en la lectura o que pueden abrir un debate.

Respecto al proceso de creación, Esteban confesó que Detrás del cristal  «iba a ser teatro, una comedia de enredo» per4o que al final mutó en novela. Además, explicó que tuvo que dejarla «un tiempo de reposo porque el reposo te hace ver la cosas de otra manera» ya que no veía muy claro cuál era el rumbo de la obra. «Cuando la retomé me di cuenta de que sobraban 80 páginas» y, sin dudarlo, las tiró. Escribir también es tomar decisiones y asumir errores. Y enmendarlos. Y eso que no siempre el escritor tiene la última palabra sobre su obra: «llega un momento en que los personajes me toman decisiones y van por donde yo no esperaba», señalaba Esteban.

Por lo que respecta a esas cuestiones dudosas o debatibles, la gran pregunta sobre Detrás del cristal es: ¿qué madre haría lo que hace Ana al comienzo de la novela? Esteban ha tenido que responder a esta pregunta en varias ocasiones pero pudo comprobar que, como ocurre muchas veces, la realidad supera a la ficción: «hace unos meses se publicó una noticia de una madre que había dejado a su hijo en bar. Supongo que todo depende del punto en el que se encuentre tu vida, de lo ahogada que te sientas… Pero, por lo que parece, no es algo imposible». También sobre Ana, Esteban explicó que «hay personajes se parecen a personas y el personaje de Ana se parece más a un personaje».

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Más parecido a una persona parece ser el protagonista masculino de la novela, Andrés, un joven que se hace querer y que enamora a muchas de las lectoras de la obra. De hecho, «me han pedido el teléfono de Andrés por Twitter», aseguró Esteban al hablar de este personaje. La gran pregunta sobre Andrés es por qué una persona tan obsesionada por el control y el orden es capaz de liberarse de su obsesión cuando llega un niño. «Es una reacción psicológica real, lo consulté con expertos. Ocurre y a veces hasta es necesario para salir de situaci2ones de bloqueo, como la que vive Andrés», explicó.

Otros personajes como Raquel, Pepe o Julián también fueron diseccionados en el debate, calibrando si se parecen más a personas o a personajes. Aunque sobre el que no hubo dudas fue sobre César: «está inspirando en gente real. Tristemente, hay mucha gente como César», aseguró la autora.

Finalmente, Esteban hizo referencia a su forma de enfrentarse al proceso de creación, asegurando que «escribo a ratos sueltos, he aprendido a aislarme». Y concluyó confesando que «hasta que no publico una novela no la doy por terminada. Es más, una vez publicadas no vuelvo a leerlas porque siempre me dan ganas de cambiar cosas». 6

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